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Traducción y memoria histórica

A finales del año pasado me llegó un encargo que me hizo especial ilusión: traducir para Filmin el guion de una serie serbia que trata sobre la historia reciente de ese país. "Porodica", distribuida en España como "Los últimos tres días". Me gustaría comentar un par de pequeños detalles sobre la recepción de la serie.


(Sí, también voy a hablar de esto. ¿Metedura de pata o pésima elección léxica?)


Lo primero que debo decir (y es importante) es que la agencia que me encargó la traducción, Eikatrad, me pagó de manera puntual y un precio competitivo. Es algo a destacar porque, desgraciadamente, no es lo habitual al trabajar para otra plataforma, internacional, que tienen fama de ofrecer precios cada vez más bajos. Los plazos eran ajustados, cierto, pero el salario (insisto) era acorde, algo que se debe se debe publicitar y agradecer.


El modo de trabajo fue el siguiente: se me envío la última versión del guion y la serie. Obviamente, el guion no coincidía con el producto final (había partes que no pasaron el montaje final, el orden de escenas estaba alterado, los actores modificaban los diálogos...) así que había que hacer una serie de ajustes. El guion se utiliza después para el doblaje de la serie y es ahí donde tengo el único pero: ojalá los actores de doblaje hubieran contactado con alguien que supiera serbio para pronunciar los nombres propios correctamente. Por lo demás, y como deconozco cómo son los entresijos del doblaje, no tengo nada que decir. Atendiendo al resultado final, intuyo que una vez doblada la serie se hicieron los subtítulos. Yo no los hice, tan solo traduje el guion.


¿Qué dificultades tuvo la traducción de esta serie? Curiosamente la propia serie es tremendamente didáctica, en especial porque cualquier televidente serbio de menos de 40 no recuerda cómo era la organización de la tercera Yugoslavia (1992-2003) y de Serbia y Montenegro (2003-2006), de ahí que en los propios diálogos (con distinto grado de acierto en la forma) se explique cómo es la estructura del estado o qué cuerpos y fuerzas de seguridad del estado dependen de qué nivel de gobierno.


Aunque existe la creencia de que traducir es un proceso interlingüístico, en el fondo es (también) un proceso intercultural. Hay elementos que la lengua no refleja (o refleja de manera indirecta) que pasan desapercibidos en la propia traducción y que deben ser "apuntalados" con elementos paratextuales. En una traducción literaria, el traductor (o mejor aún, el editor) mete una nota a pie de página. En una traducción audiovisual no es posible.


Atención, a partir de aquí, empiezo a destripar la serie. Tal vez no merezca la pena que sigas leyendo si no la has visto todavía.


Por lo que he leído en las distintas críticas publicadas en medios y redes sociales, hay dos historias dentro del guion que no se entienden o que se entienden a medias. Una es la historia de la abuela y su nieto; la otra es la de la relación entre la camarera y su padre.

Ambas historias cuentan con una inmensa carga paralingüística que, fuera de un contexto como el serbio, pierden mucha fuerza. La abuela tiene un fortísimo acento belgradense. Representa a las clases medias-altas urbanas, cargos administrativos durante la Yugoslavia socialista, que sufrieron la crisis de los 90 principalmente con pérdidas de poder adquisitivo derivadas de la superinflacción y cambios en el modo de vida por el aislamiento internacional, pero que no fueron las grandes víctimas de esta, no ya por la guerra (en el caso serbio porque hasta 1999 la guerra no les afectó directamente), sino porque los principales perjudicados fueron las clases bajas, trabajadores que perdieron de manera irremediable su trabajo o que se vieron trabajando sin cobrar un sueldo de manera regular durante años. Desde mi punto de vista, la abuela representa esa clase que no se manifestó en el año 2000 contra Milošević, sino que lo apoyaba porque veía en él el representante del modelo socioeconómico que había disfrutado toda su vida. En cierto modo, la abuela representa una creyente en el sistema, una nostálgica, incluso cuando este sistema ya no existe ni va a volver. A diferencia de todos lo partidarios de Milošević que se encierran con él y que tienen motivos no solamente ideológicos (si cae, vamos todos a la cárcel), la abuela de Đorđe representa a un grupo social, minoritario ya en el momento de la caída, que sigue creyendo en el sistema. Tal vez representarla con esa candidez e ingenuidad sea exagerado, pero soy del parecer que lo que se quiere resaltar es que los seguidores no eran elementos radicales, sino personas que creían ciegamente no en él, sino en lo que él decía representar.


[La cándida explicación que la abuela le da a Đorđe sobre los motivos para el arresto de Milošević son maravillosos para entender los pilares propagandísticos del régimen al comienzo de los 90. El pero que le pongo es que la candidez de la explicación, de una vieja chocha, desluce lo efectivo y efectista que fue -y sigue siendo- esa propaganda, resumida en todos están en nuestra contra, pero resistiremos porque tenemos la razón moral de nuestra parte.]


Desde la primera vez que abren la boca, cualquier telespectador serbio sabe que la camarera y su padre son refugiados de la Krajina croata. A diferencia de la abuela de Đorđe, se trata de dos víctimas de la guerra. Perdieron su casa, su país, a familiares... son refugiados que no viven, sino sobreviven en Belgrado. Su historia se va sabiendo a medida que avanza la serie de una manera sorprendente para el telespectador español, ya que ambos tienen su careo con Milošević, aunque en la versión original se "veía venir de donde venían". El problema es que, fuera del contexto serbio, poco se sabe del drama de los desplazados de guerra. Es cierto que se habla de pasada de la Krajina y de la Operación Tormenta cuando se cumple su aniversario (y por lo general de una manera parcial), pero poco del pésimo trato que eso refugiados recibieron en Serbia. Y no por la dejadez de las autoridades (que, siendo honestos, hicieron todo lo que pudieron al encontrarse con un millón de refugiados en 4 años, siendo los de la Krajina la última oleada), sino sobre todo por la discriminación de sus supuestos conciudadanos. En el último diálogo, en el taxi, el padre y la hija hablan de volver ya que "su pasaporte es válido". Es un guiño, indicando que pueden volver ya que tienen documentos croatas. Es una especie de "todo esto para nada", o "volvemos a casa aunque ya no sea nuestra casa" que es el drama de los miles de desplazados de guerra.


Sobre palabrotas y socialistas fetén


Todos, absolutamente todos los serbios saben cómo hablaba Milošević; de la misma manera que sabemos que Franco no era precisamente un barítono -incluso los que nacimos años después de su muerte (uno del 80 el que esto escribe)- la sociedad serbia reconoce la voz y ademanes de Milošević sin verlo. Y es cierto que la crítica en España alaba su parecido físico... pero el trabajo de Boris Isaković a la hora de imitar su voz y gestos es simplemente excepcional. Es más, diría que es el único que lo clava (tal vez Koštunica / Svetozar Cvetković se le acerque en calidad interpretativa... pero tiene un papel muy secundario). Miguel Rodríguez Andreu comentaba que el personaje que más le decepecionaba era Đinđić (Uliks Fehmiu) y estoy de acuerdo, porque como con el resto del elenco, buscaron más el parecido físico a la creación de un personaje similar en el caracter (y formas) del político asesinado (porque, siendo sinceros, es casi imposible distinguir en Serbia a día de hoy entre quién fue Đinđić y quién podría haber sido Đinđić. Fehmiu y los guionistas tenía poca cancha ahí). Es más, en el caso de Mira y Marija Milošević (Mirjana Karanović y Tijana Marković respectivamente) creo que los personajes se basan más en la imagen que se tiene de ellas que en como eran en realidad. Un guiño al público, supongo, porque en especial Mira tenía mucho más que decir y no era una persona psicológicamente inestable del modo que se le representa. (Sinceramente me cuesta trabajo creer que Mira Milošević cometiese faltas de ortografía al escribir, tal y como se indica no en una, sino en dos ocasiones en la serie.)


Como traductor sé que en España (excepto cuatro frikis, de los que conozco a dos) nadie tiene una idea clara de cómo (no de quién) era Milošević (al margen de cuatro brochazos ideológicos nada... originales). La serie, sin embargo, me da un asidero con los extractos de los discursos que pronuncia y cuyas partes reproduce en medio de los diálgoso, en especial con personajes como Legija (que daría para una entrada aparte por sus usos lingüísticos y gramaticales que no se pueden ver refljeados en el doblaje). Estos permiten mostrar al político de lengua tecnócrata y populista (¡qué diferencia con el lenguaje de la carta de Ivan Stambolić!) que el público serbio conoce y que no traduje, sino interpreté. (Me explico: sus discursos los traduje como si estuviera interpretando simultáneamente un discurso, con soluciones ad hoc, para que sonasen más realistas, semejantes a los de una pieza del telediario). El "problema" es el Milošević de charla con coñac y pitillo en mano. Ahí es donde entra ese fetén del tuit inicial. La imagen que se tiene de Milošević en Serbia es "oficial". Es el Milošević de discursos televisivos y de mordaz defensa en La Haya (porque Milošević era, con diferencia, el más inteligente de todos los actores pincipales en la desintegración de Yugoslavia, incluido uno que presume de su título de doctor) al que todos, absolutamente todos los que lo trataron le reconocen su carisma. En esa escena en concreto -y que me sirve para explicar lo problemático de la traducción del registro de los diálogos- Milošević intenta camelarse a Jovanović (¡justo lo que el joven liberal creía ser capaz de hacer!) y va preparando el terreno. Primero apelando a que él y su hijo son de la misma quinta (ergo, conozco como sois los jóvenes) y luego apelando al carisma de Jovanović (esa es la frase del tuit). En el original, Milošević resalta que Jovanović los tenía bien puestos pero lo hace usando un término (kurčevit) con el que intenta sonar "joven"... sin conseguirlo (de ahí ese "fetén", reforzando otra parte de la oración para conseguir el efecto deseado).

[Para entenderlo desde otro ángulo, recomiendo ver un par de extractos del programa "60 segundos" en los que participen Fraga y Carrillo y oir como hablan. Luego, por ejemplo, una charla entre Pablo Iglesias y Gabriel Rufián. Y entre medias a Rajoy y Zapatero. ¿Es el mismo idioma? Sí. ¿Suena igual? No.]

En toda la serie, Milošević se adapta a todos. Lleva la voz cantante. Blasfema cuando tienen que blasfemar, es educado cuando lo tiene que ser. Pero siempre, siempre, adaptándose él a los demás (incluidos sus subordinados). Milošević, hay que tenerlo siempre presente, es muy carismático, domina todos los registros maravillosamente bien, especialmente al tratar con su abogado -aquí le doy las gracias a Julio Píñel por ayudarme con la traducción de la terminología más adecuada- y para que en la traducción quedase claro, había que afilar las palabras, exagerar ligeramente las expresiones, para que se notasen los cambios de registro... ya que como traductor (como intérprete ya es otro cantar) no puedo trabajar con la prosodia o el acento. Que llamase la atención ese fetén es bueno, porque también deja a Jovanović totalmente descolocado (por el fondo de la frase y por la forma de esta).


Sobre la memoria histórica


A los traductores nunca se nos suele preguntar sobre lo que ocurre en otros países. Es una cosa que me choca. En Alemania (donde vivo) es habitual preguntarle sobre la guerra en Ucrania (por ejemplo) a profesores universitarios de filología eslava o traductores de literatura ucraniana su opinión, además de a politólogos y demás expertos. En España no. Se les pregunta a politólogos y a todo tipo de tertulianos que el lunes son expertos en Ucrania, el martes en Taiwán y el miércoles en bitcoins y blockchain. El jueves...

No reclamo presencia en los medios de los traductores e intérpretes (al menos no la mía, dios os libre), pero sí indicar que comprender los entresijos de un país que no es el nuestro, sin conocer el idioma y la cultura... me parece harto difícil fuera de un plano meramente teórico relativo al funcionamiento de sus instituciones (que es muy importante y raras son las veces en las se entiende bien). Se pierde leer entre líneas. Igual sería necesario una mayor especialización, no ya de los medios (algo imposible a día de hoy por diversos motivos que no vienen a cuento), sino del mundo académico de donde debería salir dichos expertos, porque los que hay en España sobre el Europa del Este se cuentan con los dedos de una mano (y no siempre se les pregunta).

[Mi regla de oro para distinguir entre opiniones válidas y charlatanes académicos al tratar el este de Europa en general y el sudeste de Europa en especial es esta: cuanto más alternativa y estridente, cuanto más apelaciones a diferencias contextuales e históricas, a violencia endémica y a mayor excepcionalidad sea la explicación... menor idea. En el caso de la ex-Yugoslavia añado: toda explicación "cuyas raíces se sumergen en la sangurienta historia de la región" (es decir, anterior al siglo XX) es muy sospechosa. Si la lucha entre cristiandad europea e Íslam oriental entre los motivos principales del conflicto, o es el único motivo, no hay más preguntas, señoría.]

Todo este rollo viene a colación con las críticas positivas de la serie en lo relativo a la memoria histórica. Había quien incluso decía que le gustaría ver una serie así sobre la transición española o incluso el 23F. El problema es que la serie se deja muchísimos detalles en el tintero que son vox populi. Por ejemplo, se citan a todos los actores políticos del momento, a todos los partidos... menos al partido al que en aquel momento pertencía el actual presidente serbio y que había sido fundamental durante los 90 como parte de la coalición de gobierno. No se escucha hablar del Partido Radical Serbio. No se citan ni de corrido nombres de políticos radicales. No salen. No existen. Y sin embargo eran parte de ese entramado. Y lo siguen siendo.

Soy de parecer que no es posible hacer series "sobre la memoria histórica" si se centran únicamente en un personaje. Es más, me parece incompatible indivulizar si se habla de memoria histórica, porque esta es siempre colectiva por necesidad (si me pongo filosófico, creo que recuerdo y memoria hacen referencia a lo individual y lo colectivo respectivamente). El recuerdo de dictadores, gobernantes totalitarios, adalides de la libertad o padres de la constitución sirven, muchas veces, para tapar vergüenzas colectivas. Milošević no estaba solo. Es más, no era su camarilla, a la que arrestan en las últimas imágenes en su residencia, ni tampoco el número reducido de manifestantes que se concentran para protegerlo sus únicos apoyos. Un sistema, el que sea, se mantiene porque hay una mayoría que, sin apoyarlo, no tiene mayores problema morales con su existencia. En ese sentido la serie se centra en Milošević, pero no creo que pretenda, como indica la crítica española, hacer un trabajo de memoria histórica. Al hacer un salto desde la carta de Stambolić hasta la caída de Milošević no trata apenas (excepto con imágenes de archivo) los 10 años que hay entre un y otro hecho. Son 10 años socialmente duros en los que surgieron la mayor parte de los opositores que en la serie aparecen ya en puestos de gobierno... pero son 10 años en los que Milošević solo pierde elecciones en el 96 (como él mismo reconoce en la serie) porque tenía un fuerte apoyo social. Y porque, seamos sinceros, la alternativa radical de Šešelj, de la que surge el actual presidente, era un suicido colectivo y significaría guerra total. De ese apoyo, la serie, no habla. Como tampoco habla de que la guerra en las repúblicas vecinas fue la mejor propagadan para Milošević (que no tuvo problema en detener cuando en el 95 las cartas sobre la mesa eran otras y militarmente -sí, militarmente- Yugoslavia tenía las de perder contra bosnios y croatas). Sí se trata, cuando el padre de la camarera lo confronta en el baño, pero sin dar una respuesta -y ahí Milošević tendría muchísimo que contar en lugar de pedirle que lo deje tranquilo... porque probablemente de hablar, saldrían las vergüenzas de los dirigentes serbios actuales... entre otras muchas cosas. Eso sería demasiado arriesgado. No se quiere. O no se puede. O peor, no se debe... pero precisamente eso sería un ejercico de memoria histórica ya que echarle las culpas de todo a Milošević, personalizar en su figura todo lo ocurrido en Serbia, además de ser falso es pasar un tupidísimo velo sobre la sociedad de aquel momento y en especial sobre la clase dirigente actual que ya estaba por allí. Muerto el perro se acabó la rabia, dicen... a no ser que el perro te mordiera antes de morir. No hay memoria histórica en la serie. Hay una necesaria desmemoria.

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